viernes, 20 de julio de 2007

20 de Julio dia ¿de que?




Ando medio cansado, con toda esta cosa de la invasión foranea, con los jalouen y toda esa milonga del día del amigo y me puse creativo, mire...

Un dia como hoy
El hombre llegó a la Luna
Y no gritó ahijuna
Solo dijo acá estoy
Clavando una bandera
rara por que no flamea
como lo haría cualquiera
un día donde hace viento
y es aquí y no les miento
donde se me plantea la duda
¿Quién ha sido el caradura?
Que lo ensarto por el ombligo
por decretar hoy día del amigo
Sin tener otro aval
¿A alguien le parece real?
Que parado en esa tierra porosa
Uno piense en otra cosa
Que encontrarse con un selenita
De ahí viene el problemita
Por que di seguro
Ante la sorpresa y el apuro
Sin meditar y en forma artera
El Yanqui le clava la bandera
En el lado más oscuro.

Pues entonces he pensado
En hacer este listado
Para instaurar como fecha sagrada
Una mucho más adecuada
Y ver si dispues consigo
Cambiar el día del amigo.

Opciones:
1) El día que Burruchaga le hizo el gol a Alemania ( nunca me abrace tanto en mi vida).
2) El día que murió el anteúltimo dinosaurio.
3) La fecha de nacimiento de rintintin.
4) El día que ingresó a la policía Starsky
5) El día de la muerte del que invento el balero.
6) El día que inventaron la pizza.
7) El día de la invención del condón (por lo de cuidar al amigo).
8) El día del nacimiento del que invento el sacacorchos ( uno piensa que fue el mismo día que decidieron ponerles corchos a las botellas de vino, no van a ser tan giles).
9) El día que se instaló el primer inodoro.
10) El día que Bernardo se asumió como gay y el que se quedó sin palabras fue el Zorro.
11) El día del cumpleaños de Rex que para Meteoro mas que amigo era un “Hermano”.
Esperamos tu aporte a tan digna empresa, tu idea no molesta.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

"De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: me cagué de risa con tu libro"
Roberto Fontanarrosa

Anónimo dijo...

Yo me quedo con el dia del invento del condon. Muy merecida fecha para conmemorar. Lucho

Anónimo dijo...

Sasturian reproducia la definicion de amistad de Fontanarrosa, buen momento para tenerla presenta:

"En los últimos tiempos recordé y cité con frecuencia una definición suya de la amistad: “Un amigo –decía el Negro– es alguien con el que no te tenés que cuidar ni reprimir (seguro no eran ésas las palabras pero sí el sentido). Hay una base de confianza que nada puede conmover. Por eso, si un amigo viene y te dice No sabés la película iraní que acabo de ver, vos le podés decir: No me empieces a romper las pelotas...”

saludos

Unknown dijo...

Hum, el dia del "amigo"? muy dificil de definir!!! primero habría que definri "amigo", no?

Podría ser el día que se paro por primera vez el "amigo", pero quien recuerda esa fecha? entonces podría ser la primera vez que el "amigo" demostró ser util, no?

Las chiccas tambien tienen a su "amiga", así que a no sentirse discriminadas!!!!

Anónimo dijo...

Siempre me he preguntado si Neil Armstrong sabrá que aquí en estas tierras, cuando llega un nuevo aniversario del día en que puso su enorme zapatillota en la luna, una caterva de bobalicones gaseosos se anda emborrachando y sacudiendo las billeteras para decirle “feliz día” a cuanto zapallo se cruce en su mesa.
Es que la idea ha sido de un argentino (cuándo no), el odontólogo y profesor de filosofía Enrique Febbraro, quien, impactado por la llegada del hombre a la Luna, el 20 de julio de 1969, gritó ¡Eureka! y le puso moño a una de sus manías más antiguas: buscaba una fecha para conmemorar el Día del Amigo, harto de observar que en la Argentina teníamos Día del Ginecólogo, Día del Juanete, Día del Disidente Hindú, pero no Día del Amigo.
En poco tiempo ustedes verán cómo la prensa nacional se ocupa de este buen hombre a quien la Cámara de Restaurantes, Bodegones y Bares de la República Argentina, la Asociación de Empresas de Mensajes de Texto y la Unión Industrial de Fabricantes de Estupideces Varias deberían hacerle no uno, sino dos, tres, diez monumentos.
Don Febbraro se ha pasado casi cuatro décadas mandando cartas, visitando redacciones y tomando aviones para imponer el fruto de su seso. Aún no ha logrado que la ONU se haga cargo e internacionalice el festejo, pero ya tiene un listado de países que acompañan su deseo: en Uruguay, Perú y República Dominicana se reconoce el 20 de julio como Día del Amigo. No tuvo suerte en Colombia. Caramba, ese día a los colombianos se les ocurrió celebrar la fiesta patria.
Por donde quiera que va lo han visto al veterano dentista desparramando frases como “Un amigo es un maestro, un discípulo y un condiscípulo” (¿?), mientras les cuenta a sus más íntimos que le podrán decir salame pero nunca boludo porque desde 1972 fue a la Oficina de Patentes y e$tampó su invento.
Pobre Febbraro, lo que han hecho con su idea. Supo decir en algún reportaje que cuando se le encendió el lamparón, pensaba que si se ponía pesado con el lema "Un pueblo de amigos es una Nación imbatible" lograría que el mundo viera nacer una celebración ética, sin fines de lucro ni de fomento al consumo. Pues lo lamentamos don Febbraro. Usted ya lo sabe. Si quiere, puede meterse en la página mercadolibre.com y ver cómo le han destrozado sus sueños y, si se descuida, allí le van a ofrecer hasta una ametralladora israelí Uzi para que les regale a sus amistades.
Este ahora derechoso y desgraciado lugar llamado Buenos Aires se transforma para la ocasión. Que no se les ocurra a ustedes salir esa noche sin una reserva previa. O no buscar en el celular el listado de amigos para luego gastarse unos treinta o cuarenta pesos en llamadas de este tono: “No, nada, feliz día, boludo”, “Uhhh, nada, boludo, para vos también”. Y luego el coro: “Che, nada, ¿no querés que nos juntemos esta noche?”
Para cuando Movistar y CTI hayan facturado dos millones de dólares, y el diario Clarín haya terminado de frotarse las manos con un suplemento especial en el que Alberto F. le escribe “sos lo más grande que hay” a Néstor, el Día del Amigo se habrá extinguido. Cuando, pasadas las tres de la mañana, bajando la cuesta y ebrios, dos amigas o amigos se den cuenta de que ya se gastaron un billete con el rostro malhumorado del asesino Roca y que en un rato más… se verán de nuevo las caras en la oficina.
Los que no tienen perdón de Satanás son todos esos periodistas que buscan la originalidad que no tienen y ese día, con la mejor cara de Macri, histeriquean frente a las cámaras diciéndole a medio mundo que no se olvide de saludar al otro medio mundo, como si el mundo (entero) se fuese a terminar ese 20 de julio. Por supuesto advierten: “A no olvidarse el regalo”.
Temo irritar a unos cuantos pibes y pibas que ya andan pensando en los obsequios de ese día. Es que los veo convertido en psicópatas compradores (ay de mis hijos, aún no han leído esta nota), yendo de un lado al otro y siento algo así como una tenaza en los huevos. Hagan la prueba. Vayan un rato a la biblioteca o a la repisa del living donde apoyan las llaves de la casa. ¿No ven unos sonrientes muñequitos de porcelana fría, empolvados de años, que sostienen un cartelito rojo en el que se lee “Feliz Día, Amigo”? En realidad, no es que eso haga daño, pero puestos a elegir, quién dice que mejor se hubiese ahorrado esos dos, o cinco pesos, y se los hubiese dado al cartonero aquel que se pasa cada noche del invierno (¿vieron que de verdad volvió el invierno?), con sus nenes, revolviendo las basuras a la espera de colmar un carro, en el Día del Amigo Invierno. ¿No seríamos todos más felices? Don Febbraro, no le cobro nada por la idea, la puede patentar.
Se ha propuesto al estimadísimo Febbraro dos veces para el Premio Nobel de la Paz. Eso es lo que aquí llaman “una verdadera pelotudez”. Debe haber sido algún fabricante de tarjetas. Y no decimos que don Febbraro no lo merezca; pero sucede que hay miles y miles de argentinos a los que no se les ocurrió nunca crear el Día del Amigo, pero que andan haciendo por la paz mucho más que el hidalgo Febbraro.
¿Envidia? ¡Por favor! Lo que nos parece un contrasentido es que si a alguien se le ocurriese repasar la historia, comprobará que la tarde en cuestión (para los faltos de memoria, el alunizaje ocurrió a las cuatro y pico, cuando algunos tomábamos el Toddy) los astronautas de la NASA pensaban en cualquier cosa menos en hacerse de amigos. Los yanquis querían pisar la luna antes que los soviéticos; y toda aquella carrera nuclear, alimentada por los aparatos militares de cada país, formó parte de la Guerra Fría. Si Neil Amstrong no hubiese sabido que centenares de millones lo estaban viendo saltar por el aire del queso gigantesco, seguramente se hubiese tocado los genitales para decirles a los colegas de la URSS: “Es para Stalin que la mira por TV”.
Febbraro además es rotario, con todo lo que ello implica, y que no sabemos bien qué es. Pero cada vez que uno escucha Rotary Club se imagina a algunos de sus socios, el John Kennedy ese que ordenó la invasión a Cuba a punta de bombardeos, cañonazos y bazucas en Bahía de los Cochinos, o el surcoreano Chang Soon Yoo presidiendo la dictadura de ese país, reunidos en edificios tramposos con piratas del Caribe, espías de la CIA y el FBI al borde del delirio conspirativo.
De cualquier modo, hay algo que sí le voy a agradecer, don Febbraro. Su modesta inspiración ha logrado que aquí, al menos una vez al año, algunos nos preguntemos, en tono de polemizar, qué es eso de ser amigo.

Y entonces es que se nos viene al marote el nombre de un obrero metalúrgico anarquista, Silvio Astolfi, que allá por el 30 fue, sin miedos y sin nervios, a hacerle un favor, de esos que hacen los amigos de verdad, a Severino Di Giovanni, el hombre más buscado por la policía argentina.
Resulta que Severino, mientras se encargaba de poner unos bombazos del demonio a cuanto explotador y represor se le cruzaba por el camino, se había enamorado de la hermosa América, quinceañera y ácrata, para más datos. Pero los viejos de la nena, horrorizados por el noviecito intranquilo y prófugo que se había buscado, decidieron prohibirle los encuentros.
Severino le pidió al amigazo de Silvio que fingiera enamorarla, le ofreciera casorio y por ende, la rescatara de aquel hogar conservador emancipándola.
Silvio hizo los deberes, de amigo. O de onda, dirían hoy mis amigos. Se la llevó de luna de miel, la subió en un tren que iba a Mar de Ajó y, cuando todos pensaban que la historia continuaría en el balneario como en las películas, América y el esposo-amigo se bajaron en la estación de Carlos Casares.
Allí esperaba, clandestino, Severino Di Giovanni, con un ramo de doscientas rosas. “Tomá, amigo, tu esposa”, dijo Silvio, los dejó solos y se fue con los buenos vientos.
Meses más tarde, los fusiladores de Uriburu se llevaban para siempre a Severino.
O también es el mejor momento para acordarse que, aunque no hay plata, no se nos debe pasar la cena de todos los martes, cuando llega Mariano con su gorra y Piqui con su pachorra y entre tanto periodista amigo te dan ganas de irte al monte con ellos y mandar a la puta que lo parió al patrón, a la ciudad, a los taxistas y a Windows XP para ver si es cierto que Thelma y Louise la pasaron del carajo.
O es el día en que recordamos al Nano compositor. Porque si alguna vez te entran las ganas de homenajear a ese flaco que se ha pasado la vida a tu lado, que te bancó cuando eras un despedido y sin plata, en las buenas o en las malas como si fuese tu mujer, te vas ya, antes del Día del Amigo, a uno de esos puestos truchos en los que venden CDs a buenos precios y pedís uno viejo de Serrat. “¿Cuál?”, te van a preguntar. Aquel que tiene el tema en que el catalán anda diciendo una de las cosas más bellas sobre ellos, los nuestros:

Mis amigos son unos atorrantes.
Se exhiben sin pudor, beben a morro,
y se pasan las consignas por el forro
y se mofan de cuestiones importantes.

Anónimo dijo...

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